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domingo, 20 de mayo de 2012

Reunión del 17 de mayo


Hoy nos ha acompañado a la sesión Alberto al que hace tiempo que no veíamos por aquí. Está leyendo el libro con nosotros desde Palma y nos va siguiendo en el blog. Le ha sorprendido lo bien documentados que venimos, con nuestros apuntes y los deberes muy bien hechos.
Comenzamos haciendo referencia a los "Episodios Nacionales" de Benito Pérez Galdós, concretamente a "Bailén" y leemos una cita interesantísima en la que se nos describe el paisaje manchego en el que discurren las aventuras de nuestro caballero andante. Son muchas pinceladas las que da Galdós refiriéndose al Quijote. El escenario manchego parece ser el único y necesario paisaje posible para que un personaje como Don Quijote pueda resaltar en una llanura monótona en la que parece que nunca pasa nada. Por algo es Don Quijote de la Mancha. No podemos concebirle en otro lugar y Galdós tampoco.
Hilario nos ha leído un pasaje de su particular Quijote anacrónico trasladado al siglo XX y eso nos ha servido para que nos contara cómo surgió la idea de hacer este trabajo tan original y las posibilidades para publicarlo. Su particular visión hace que comentemos anécdotas y curiosidades acerca de lo que ha leído.
Debatimos acerca de lo que nos transmite el Quijote, tanto de forma explícita como en las elipsis que utiliza. La maestría de Cervantes en este sentido es incuestionable. Teresa nos recita de memoria un poema brillante compuesto por ella misma que arranca nuestras felicitaciones y aplausos. Es el siguiente:
Dice, pero se desdice
y parece que no dice
lo que, a veces, decir dice.
Y si es que no lo dijera,
¿Porqué a mi me pareciera
que dice cuando no dice?
Ya me falla la sesera,
pues yo digo y me desdigo
según su historia leyera.
Luego, participo
y vivo con él la loca quimera.
En el capítulo 42 volvemos sobre la Venta como microcosmos en el que se da toda una sociedad al completo de forma reducida y comprimida. El manejo y puesta en escena de los personajes es extraordinario. La Venta como lugar de encuentro y de paso, donde hay bellas mujeres y Dulcinea se ve empequeñecida. Por momentos nos recuerda al camarote de los hermanos Marx. Nos gusta la palabra "oidor" y nos detenemos en ella. Llegamos a la conclusión de que se trataba de un puesto de relativa importancia semejante a funcionario, con cierto carácter oficial y que pudiera ser una especie de juez de paz, notario, o mediador de algún tipo de arbitraje.
Da la sensación de que Quijote ha vivido siempre fuera de la realidad, recluido entre libros y ajeno a lo que ocurría a su alrededor. Parece tener la inocencia de un niño grande e indefenso.
En el capítulo 43 nos hace gracia la palabra "semidoncellas". El poema inicial nos evoca el Romance del Conde Olinos, tantas veces versionado musicalmente, perteneciente al Romancero viejo.
En los capítulos 44 y 45 volvemos a detenernos en aspectos de Don Quijote no tan heroicos y que tiene que ver con la cobardía y con su incompetencia. Volvemos a ver su locura selectiva en función de determinados intereses y vemos que esa locura es para los demás motivo de, o bien burla y diversión, o bien perjuicio y enfado.
Empezamos a vislumbrar la trampa a la que van a someter a nuestro antihéroe maravilloso.

1 comentario:

  1. Ahí va un poema de Miguel García-Posada, de su libro "Inclemencias":


    ANTIGUA TIERRA DE CERVANTES

    ¿Cómo fue que la tierra de Cervantes
    sus manos envolvió en sus negros guantes?

    La risa de Cervantes nos libera,
    como ese viento de la primavera

    que se lleva las nubes en manada
    y nos aclara y limpia la mirada.

    Esa risa nos vuelve puros, libres,
    quita penas de todos los calibres.

    Debió venir, hidalgo, Valle-Inclán
    a llamar vino al vino y pan al pan.

    Y rescatar la risa del Quijote
    y al poderoso darle un buen azote.

    Preocupaba a Talía, la española,
    ser ella y nada más ,ser ella sola,

    no siendo ni comedia ni tragedia
    sino dolor al que la burla asedia.

    Y Valle se lo dio en el esperpento,
    claro el gesto y más claro el sentimiento.

    Libre, la musa risueña la pierna
    enarcó, pena antigua, faz moderna.

    Pero no han vuelto a oírse nuevas risas
    desde entonces, que rosas sin camisas

    nos disgustan y firmes preferimos
    las fórmulas a los trémolos racimos.

    (Muy puesto está en razón, que entre nosotros
    y el galaico pasaron ciegos potros,

    los dueños de la guerra, y a los muros
    nos llevaron tan sucios como impuros,

    queriéndonos espectros o caídos,
    dándonos por fantasmas no nacidos.

    Mas también es verdad que hemos callado
    y seguimos callando demasiado,

    como si el miedo fuera nuestra herencia,
    un legado de sombras y violencia.

    Al poder nos plegamos y el que manda
    lo sabe y trata como a gente blanda.)

    Ahora por un euro la miseria
    trocamos; toda España es ya muy seria.

    En números ciframos nuestra vida,
    bien está que sea así, pero la herida

    de tantos siglos nos salpica y salta.
    No queremos echarla más en falta.

    Perecemos por ser más elegantes.
    No somos ya la tierra de Cervantes.

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